
LAS SUSTITUTAS Latas, latas de conserva de forma cilíndrica y diámetro gradualmente ascendente o descendente, según se mire. De aceitunas, de maíz, de guisantes. Lo más natural del mundo en un armario de cocina, no tanto si tropiezas con ellas reunidas en el suelo del dormitorio de tu hija —todo sea por el «arte»—, junto a la mesilla de noche, antes blanca anodina, que un día transformó de manera creativa pintándola a mano de azul añil con flores blancas y tallos verde agua. Hasta allí llega el rastro. El cuerpo del delito, un par de botas nuevas, se sitúan en el piso de abajo. Ocultas en un rincón donde no les alcanza la poca luz de otro día lluvioso de esta semana. Más que escondidas parecen avergonzadas por lo ridículo de ser descubiertas con lo que ocultan en su interior. Junto a la nevera de la cocina, entre esta y el taburete de madera, dormirán con un par de latas, una de maíz otra de guisantes, empujando desde dentro para ayudar a que cedan y dejen de hacerle daño con la costur...