PALABRA DE CINCO LETRAS Quedan seis días, veinte horas y treinta minutos. Aunque, en realidad, la cuenta atrás empezó antes, en cuanto me apunté al taller de escritura. Me faltará tiempo. Busco atajos. Me convierto en fugitiva. Un coctel de posibles huidas recorre los pliegues de mi mente. Me siento perdida. El reloj me empuja. El papel está vacío. Tal vez pueda volver a usar alguno de los que ya he escrito. Tengo muchos relatos, todos por corregir. He revisado el listado. Al terminar la cena, en la mesa de la cocina, le cuento el que he elegido a mi hija sentada frente a mí, con la cabeza recostada sobre su brazo junto al plato vacío. Está cansada. Pienso en cuando siendo pequeña le leía uno de sus cuentos. Hace apenas dos horas que ha terminado la primera clase del taller. Por los gestos de su cara noto que a ella también le gusta. Aliviada presumo que tal vez lo tengo. «¡Ves!, no ha sido tan difícil»...
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