DULCE AROMA. 

En aquella ciudad, las calles tenían nombres de especias.

Una aplicación recorría aquel mundo guiándote hacia cualquier dirección siguiendo el olor de hierbas aromáticas. 

Frente al restaurante La Fragancia, una niña perdida lloraba.

El chef la vio desde la marquesina y acudió para ayudarla.

Colocándole su gorro blanco para tranquilizarla, le pidió que cerrara los ojos y sintiera cómo olía su calle.

Ya calmada, girándose hacia él dijo: ¡Huele como tú!

Previamente en su cocina, condimentaba un delicioso arroz con leche. 

Guiados por el aroma de la canela en rama, con gusto llevó a la pequeña a casa.


María José Aguayo.

 


 

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