ÁLBUM DE SUEÑOS.

María no tiene tiempo que perder. El último tren a Florencia saldrá en dos horas. Su casa frente a la estación le coge de paso. 

En la cola en el andén de Termini, con su billete en la mano, espera para subir a su vagón mientras repasa mentalmente si metió todo lo necesario en su maleta. Le esperan días movidos: entrevistas, horas de cine, ensayos y gala de entrega de premios.

 

Hacer el equipaje ha sido complicado. Al vestuario formal pero desenfadado se le suman varios modelos de eventos con sus correspondientes complementos: pendientes, collares, sortijas, relojes, gafas de sol, zapatos y bolsos a juego.

En la hora y media de viaje repasará las palabras de presentación del corto, Álbum de sueños, con el que se ha presentado al Festival de Florencia y en el que ha conseguido el Premio del Público en la categoría de ficción.

Tendrá que pasar por la peluquería cuando llegue. Cambiarse de ropa y no olvidar coger su maletín del portátil con los documentos y fotografías para la promoción. 

 

Alguien por detrás le toca el hombro: - Señora, le toca. María, mujer de treinta y tantos, de aspecto desenfadado, intuitiva y con mucha imaginación, sueña habitualmente despierta. Crea metaversos en los que se sumerge viviéndolos intensamente.  Ya ha sido modelo de pasarela en París, cantante de ópera en La Scala de Milán, tenista importante en el ranking ATP, chef talentosa en concurso gastronómico de la televisión...

Sobresaltada se disculpa. Volviendo de su fantasía le pide a Carmen, la tendera del puesto de verduras del mercado, un kilo de calabacines blancos y otros avíos para el menú semanal. Le gustan los productos frescos que prefiere comprar en su barrio.

 

En la encimera de la cocina de casa, comprometida con el cuidado del medio ambiente, va sacando de su bolsa de tela las verduras para el puré de los miércoles aun con el uniforme del supermercado puesto y el pelo recogido con una pinza de clip de banana negra. Habilidosa, comienza a picarlas sobre la tabla. Pronto Daniel, su marido, al salir del taller recogerá del colegio a los hambrientos mellizos con su caras y manos sucias y pantalones de chándal con las rodilleras medio despegadas, quienes nada más abrir la puerta del piso chocándola con fuerza contra el tope, entrarán preguntando a voz en grito, como de costumbre: - Mami ¿Qué hay de comer? 

 

Con una mano en la tapadera del vaso de la batidora y la otra en la cintura, María, ensimismada mientras se trituran las verduras, recuerda el documental que vio anoche en la 2 sobre el Festival de Cortometrajes de Florencia y los modelos lucidos por los asistentes para la ocasión que más le gustaron.


María José Aguayo


Imagen de Random Picture Unsplash

Comentarios

Entradas populares de este blog