SEMBLANZA PERSONAL 
“CREATIVA”

 

Nací en la Ciudad Soñada de Rilke, Ronda (Málaga), en los años sesenta del siglo pasado, en una casa de la calle Rosario. Sus balcones y ventanas miraban a la profunda garganta del Tajo, donde con su vuelo bajo y el estruendo de sus graznidos, los negros grajos con la precisión de un barómetro anunciaban el cambio del tiempo. ¡Más rondeña, imposible!

Mi casa estaba unas puertas más arriba de la casa de mis abuelos maternos, abuelito José y abuelita Esperanza, ambos sevillanos. Al poco, nos trasladamos al número 78 de la comercial y muy transitada Calle La Bola, frente al cine Tajo Cinema.

 

Mi nombre es María José Aguayo Carnerero. Hija de Luis y Manuela (Manolita). Mi padre y todos sus hermanos y hermanas eran rondeños. Todos los de mi madre, sevillanos, menos ella a quien le tocó nacer en Melilla por destino forzoso de mi abuelo, que era militar. No se explica de otra manera que se fueran de Sevilla, con lo que para ellos suponía esto. Sevillanos hasta la médula. Nunca volvieron. El siguiente y definitivo destino fue Ronda. En parte, considero que viviendo en Sevilla, cumplo la ilusión que ellos nunca alcanzaron, volver a su amada tierra. Pero no nos adelantemos.

Soy la cuarta de cinco hermanos, la primera niña, después vino la segunda, la pequeña, mi única hermana. 

   

A mis trece años, volvimos a mudarnos de casa. La última que compartí junto a mis padres y hermanos. Situada en Calle Sevilla, sin saberlo, me estaba orientando hacia mi futuro destino. 

Con 17 años, me traslado a Málaga para mi formación universitaria. Cursé Formación del Profesorado de EGB por la especialidad de Educación Especial (2ª Promoción) y posteriormente Filosofía y Letras, Ciencias de la Educación, sección Pedagogía (4ª Promoción), en la joven Universidad malagueña. Saqué las oposiciones de Magisterio tras finalizar Pedagogía y con solo el verano de por medio, pasé de ser estudiante a maestra de mi propia aula. 

 

A mis veinti pocos, fui maestra en el bosque naranja de castaños de Jubrique.

Sierra abajo me deslicé hasta la orilla azul y blanca de Marbella y allí ejercí durante tres cursos.

Subiendo la sinuosa montaña, primero verde de pinos, después gris de roca caliza, me casé y recalé en Ronda, mi tierra, donde trabajé dos años.

Con familia propia creada, con un hijo de tres años, regresé al origen de mi historia materna, Sevilla.

Llegó el cambio de milenio y de manera convulsiva zarandeó mi vida. Perdí a mi hermana. Y a los dos años nació mi hija.

— ¡Una niña sevillana, abuelitos! 

 

Ejercí durante 30 años en el mismo colegio. Tras 37 años siendo maestra, hoy, por las ventanas del aula del curso de Literatura creativa, veo como se dibuja en el cielo azul y malva, la silueta de las palmeras del parque de María Luisa, por detrás, las majestuosas líneas de la Torre Sur del palacio con fachada convexa de la Plaza de España. 

Actualmente jubilada, sin ocupación conocida, uniendo palabras en un barco de papel, floto feliz a la deriva. 


María José Aguayo


Imagen: @sevillainsolita


Comentarios

Entradas populares de este blog