RETO LITERATURA CREATIVA. 7 DÍAS 7 RELATOS.

DÍA 3: VOLVIMOS A VERNOS QUINCE AÑOS DESPUÉS

No sabría explicar si lo que sentía era que se me saldrían los globos oculares de las cuencas al verla de nuevo, o que el que se saldría sería mi corazón del pecho como en una escena de dibujos animados, por la intensidad y la rapidez con que latía conforme se acercaba el momento del reencuentro, quince años después.
La nuestra, es la historia de una pareja que no fue. Comenzó cuando empezamos a cruzarnos por la escalera de mármol del viejo edifico del centro de la ciudad, donde coincidimos cursando secciones universitarias distintas de la misma facultad. Continuó con el intercambio nervioso y fugaz de miradas en la biblioteca. Creció entre sorbos ocasionales de exóticos cócteles de champán a la salida de clases. Se acentuó con el breve espacio de tiempo en que estuvimos tumbamos hombro con hombro en tu cama, para contemplar un falso universo en el techo de tu habitación o aquella tarde en que intentamos estudiar juntos, sin conseguirlo, en la pequeña mesa camilla de mi cuarto, junto al balcón, en nuestros respectivos pisos de estudiantes. Prosiguió con mi empeño en que leyeras la vida exagerada de Bryce. Se prolongó con el intento fallido de llevar a término en tu piso, lo que tornó en una caótica puesta en escena de un diseño experimental de psicología. Se alimentó con el sabor a besos en tu portal. Se entrevió en público durante un café fraternal entre profesorado y alumnado evocando por qué me recordabas a Annie Hall…
El tiempo de universidad terminó y aquellas alocadas sístoles y diástoles compartidas se relajaron hasta desaparecer. La fuerza que nos unía nunca fraguó y la sensación agridulce por el amor que nunca fue se marchitó.
La tentadora red internauta nos encontró ingrávidos, conectándonos de nuevo. La presión sanguínea se aceleró como por ensalmo cuando con la mirada perdida en la distancia, frente a nuestros teclados, acordamos volver a vernos quince años después. Y así, llego a ese punto del comienzo. Todavía no nos habíamos encontrado y ya me sabía a poco el tiempo. Con paso acelerado acudí al lugar de encuentro. Cuando estuvimos frente a frente, nos miramos sorprendidos. No tardamos en fundimos en un abrazo. Como cualquier pareja ilusionada, con naturalidad, pisamos entrelazados las aceras hasta llegar a la playa con mi brazo por encima de tu hombro y el tuyo por mi cintura, con tu mano acomodada dentro del bolsillo de mi vaquero. 

Cenamos con la complicidad de unos novios entregados, junto al reflejo de la luna en el agua y entrelazados llegó el temido momento, desandar los pasos que nos alejaban del rumor del mar para despedirnos. Yo adiviné desde que te vi, no, desde que convenimos en vernos, que tendría que irme deprisa, y así te dejé cuando volvimos a encontrarnos quince años después, sin volver la vista atrás. Con el corazón contraído, sintiendo la intensidad de tu mirada en mi espalda, me tragué las ganas y una vez más como tantas me fui, luchando por admitir que hoy como en aquellos días de ayer, habíamos vuelto a ser una pareja.

María José Aguayo

Comentarios

Entradas populares de este blog