LUNA DE AGOSTO

 

—Descansa confiado mi amor, yo velaré tus sueños. 

Resplandeciente, bañada con el último aliento de luz de su amado, vestida de rosa, renace hermosa mientras él, sin rozarla, al otro extremo del horizonte desfallece. 

 

Cuando al fin ve que se rinden sus ojos, con un arrullo, le arropa con el templado lienzo. Con delicadeza de amante, como un embozo, estira la acuosa sábana con entorchados de espuma salada. 

 

Así transcurre su embrujada historia de amor desde el inicio de los tiempos. Ella desfallecerá cuando él resurja. Está escrito. El hechizo no se romperá. Su imposible encuentro se prolongará por siempre, hasta la eternidad.

 

María José Aguayo

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