SE BUSCA, ME BUSCO
No, no parezco peligrosa, —«¿o sí?»—. Armada y peligrosa, si lo soy, en todo caso, lo seré para mí.
Yo misma he emitido la orden de búsqueda, no de captura, instando a que se rastree por tierra, mar y aire.
Últimamente parece que he sido vista sumergida en mares de tinta, aferrada como náufrago que se agita, con dedos de gancho, a hojas de papel en blanco como bloques de iceberg en el mar Ártico, o como canoas deslizándose serenas por aguas tibias. Según el último parte informativo, parece que la guardia costera es la que más se aproxima a localizarme.
Con el torrente inagotable de calor fundido que puede rebosar mi pecho, puedo detectar casi cualquier alma a la deriva, menos la mía.
La párvula que fui, obediente, invisible, femenina, buscaba ser querida y lo conseguía.
Adolescente y joven azarada, ¿quiero a Julián o quiero a Miguel? ¿A Lucas o a Manuel? Ellos pacientes, esperando sentencia, sin comprender, sin saber, que ni yo lo entendía.
Sin rumbo claro, navego por corrientes de duda desde que tengo memoria. Ni mi carta astral me ayuda a definirme. ¿Capricornio o acuario? ¿Carne o pescado? ¿Sierra o mar? ¿Unicornio o dragón? ¿Málaga o Sevilla? ¿Irrelevante o valiosa? ¿Pertinaz o flexible?
Fui friolera, ahora siempre me acompaña un abanico.
Dulce a veces, otras como la hiel, amarga.
La princesa del guisante, delicada, sí, exquisita, pero sobre todo con trazas generosas de vetas plebeyas.
Siempre alisé mi pelo largo. Ahora mi peine son los dedos que entremeto en mi melena corta llena de ondas alborotadas.
Estoy hecha de ron y canela.
Me forjé con la voluntad heredada de mi padre y el intento de imitar la habilidad de cazar moscas, con ternura, de mi madre.
Tan guapa como fea.
Pequeña, pequeña…cuando lo bordo me hago enorme.
Siento la culpa de mis errores.
Apacible y dulce, la reina de la rabia si me enciendes.
El desorden, el caos, el toc maniático, la estructura cuadriculada.
¿Por qué elegir? Lo meteré todo en la saca. Esto es un atraco. Por eso se me busca.
¿A ti te queda claro?
Lo intentaré. Continuaré buscando. Por eso he llegado hasta aquí.
Siento gusto por volver con las personas, volver a los lugares, que me hicieron sentir dichosa, donde me sentí viva, tal vez por eso haya vuelto a escribir en este taller situado en el epicentro de mi finalizada vida productiva. —«¿Ahora no lo es… productiva?»—
¿A quién quiero engañar? A nadie. Sí, mi padre no fue famoso. No, yo no tengo sangre real. Me replegaré ermitaña en mi concha si siento mi vulnerabilidad expuesta por torpeza, por capricho, por prepotencia, quién sabe.
Si no te interesa lo que te cuento, no te echaré en falta si te das la vuelta. Aquí no se acaba el cuento. Todo es verdad, o quizás sea mentira.
Quien me quiere, al completo, con mi oscuridad incluida, me tendrá entregada; me conquistará en cuerpo y alma.
¿Tú me entiendes?
Si soy como tú, si somos iguales, ¿de qué te extrañas? ¿por qué me envidias? Yo ando buscándome, ¿y tú?, ¿qué es lo que buscas?
¿No me entiendes? No te culpo. Como tú lidio con mis propias amarguras. Busco el lugar correcto donde estar, donde todo es nuevo, donde todo sucede. Se acabó la huida. Llevo media vida desaparecida. En la otra media no pararé hasta encontrarme.
—¿No te gusto? —No me busques.
—¿Quieres estar conmigo? —Camina a mi lado en mi batida.
Necesito una caracola acogedora donde acomodarme para conseguirlo, mecida si es posible, con el rumor del mar de fondo. Quiero recargar mis luces, pero también iluminaré mis sombras, sin ellas a mi puzle le faltan piezas.
Superado el equívoco de que no crecería más a partir de los veintiún años, aquí sigo, rediseñando mi vida. Aprendiendo. Sigo viva.
Fui educadora, ahora soy ingeniera. Reprogramo mi alma. Construyo mi refugio.
¿Es esto un autorretrato?
La tarea más difícil encomendada en el taller hasta ahora. —«¿Quién se conoce del todo?—» «Yo no, al menos». «Tengo que intentarlo».
¿Tú me has encontrado?
¿Te has acercado un poco?
Soy costurera sin dedal, como dice el refrán, «coso poco y mal», aunque me esfuerzo en poner mi deseo y mi empeño en los pespuntes que escribo.
Si consigues reunir y armar todas las piezas de este galimatías, ¡avísame! Puede que unidas nos aproximemos a hilvanarme. Puede que tirando juntas del hilo consigas ayudarme a bordar mi figura.
María José Aguayo
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