TODO LO QUE OÍ

 

La primera cisterna de la mañana. Las persianas recogiéndose. El quejido de la manivela de la sombrilla al desperezarse en la terraza. El chancleteo descendente hacia la cocina. El ¡clac! de desconexión de la tostadora cuando asomó el pan. La puerta corredera de la despensa patinando por el riel. Los comprimidos de suplemento apelotonados por la inclinación del bote de plástico. El gemido del toldo al izarlo. La conversación matutina de los pájaros. Los ladridos agudos del perro vecino. La llamada del teléfono fijo; una voz de hombre desconocida al otro lado. El tono de espera de la llamada al móvil. Las notificaciones auditivas en el grupo de familia por un nuevo cumpleaños. El agua rebotando en el fregadero arrastrando del plato los restos de aceite, azúcar y migas de pan. El motor del robot de cocina mezclando los ingredientes del gazpacho. El indicador de encendido de la placa de inducción. El agua hirviendo para cocer dos huevos. La señal de terminación de modo turbo del gazpacho. La finalización del temporizador de la asistente Siri para la cocción de los huevos. La queja del frigorífico por superar el tiempo recomendado con la puerta abierta. Las ruedas del sillón del escritorio trazando una ilusión óptica propia de Vasarely sobre el mármol. La punta de bola sobre la hoja pautada del cuaderno. La llamada acosadora del fijo. La humedad de la tinta extendiéndose por la hoja. La lista envolvente de reproducción de música para escribir. Las cerraduras de mi hogar abriéndose. El saludo de llegada de la señora que ayuda en casa. La bañera llenándose para poner en remojo los visillos de mi dormitorio. La continuación del relato por episodios de una vida de maltrato, que persiste con sus verdugos enfurecidos en el despacho del notario. Después cerré el cuaderno. Oí el teclado del ordenador levantando acta de estas señales acústicas. Y entonces, oí bombas silbando sobre estados soberanos. 

 

María José Aguayo


Imagen, créditos al autor

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