UN PAQUETE PARA RESPIRAR Hace tiempo que un paquete no tardaba tanto en llegar. En el paisaje doméstico de nuestras calles no falta el tránsito permanente de furgonetas de reparto —eficiente y rápido— de paquetes y mercancías, como ambulancias equipadas con soporte vital, que mantienen nuestras almas enganchadas a la vida con un goteo infinito de pedidos. Siempre nos hace falta algo que, una vez recibido, pronto pasa al olvido. No compras por internet. Al menos, no directamente. Si necesitas algo delegas esta labor —tediosa para ti— en tu marido. Eres más de trabajo de campo, de recorrer tiendas. Salvo cuando se trata de un objeto decorativo, tema del todo fuera de su interés y conocimiento. Esta vez lo tienes claro: tú misma haces el pedido. Estás acostumbrada a la fórmula de la superinmediatez de los clientes premium, que promete: ¡Entrega GRATIS hoy mismo!, ¡ahora!, ¡ya!, ¡abre la puerta, el repartidor está esperando! Nada más iniciar la tr...
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Mostrando entradas de septiembre, 2025
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LA EXCURSIÓN Mi marido no asistió a mi boda. Siempre fui una chica de dudas muy claras . Me casé con otro. Era el primer día de octubre de 1978. Fue una boda campera, en Gaucín, junto al río. Yo tenía quince años; él, unos años mayor. Mis revoltosas damas, como hadas traviesas, se afanaron en improvisar el mejor de los atuendos de novia, dadas las circunstancias. Cogían prendas de aquí y de allá, que con decisión quitaban a unas y a otras. Me colocaban complementos encima mientras yo, como un maniquí sepultado por aquella alegre algarabía, con los nervios propios de mi boda improvisada, me dejaba hacer; casi cualquier cosa servía. Apartados en otra zona del campo, donde no los podíamos ver, los chicos, ocultando sus secretos, hacían lo propio con el novio. ...
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SEPTIEMBRE La amistad es analógica. Se cocina a fuego lento. No existe un botón, como en la vitrocerámica, que encienda de golpe la potencia, que acelere el hervor desde la nada. La amistad es saber que una amiga llegará —con fe ciega— al rincón prometido. Es escuchar y sentirse escuchada, porque ambas lo hemos elegido. Es escribir a mano, con mala letra y tachaduras en el papel, para dejar el rastro que despierta en mis pensamientos y sentimientos. Es escoger una sola fotografía entre mil, de un instante irrepetible con ellas. Es hallar el lugar perfecto y detenerme. Quedarme. Allí donde soy, oigo y siento con mirada propia. No hay botón de boost posible para apresurar este estar con: la amiga que regresa a las redes solo para buscarme, escarbando con la mirada en las palabras que escribo el amigo que fue, y sigue siendo, casa la amiga indomable, rebelde, a la que miro como a una niña sensible, delicada como la porcelana la que me recuerda, una vez más, que ya está...