REINA COBRE, REINA PLATA.

 

Viajabas periódicamente de Málaga a Sevilla. Con Julia feliz, cogida de mi mano, te esperábamos en la dársena de la céntrica estación de autobuses. Venías a casa para acudir a revisión médica y recibir un nuevo ciclo de tratamiento.

            

–¡Mira Julia lo que traigo! –dijiste a tu nieta que revoloteaba a tu alrededor con sus seis años, mientras deshacías el equipaje. –Yo os observaba desde la escalera.

            Julia miró la caja de cartón cuadrada con un tablero con casillas veteadas de color gris piedra y albero.

            –¡Un ajedrez! ¿Dónde están las fichas?

            –Se llaman piezas. Abre esta caja. Ten cuidado que pesa.

            –¡Cómo pesa!

–Te lo he dicho –sonreíste.

–¡Qué bonitas! ¡Hay muchas! ¡Abu, están todas rebujadas! ¡Anda mira, dos flamencas! 

 

Habías estado coleccionando el ajedrez malagueño del Diario SUR. Figuras metálicas, color plata vieja y cobre, representaban personajes y lugares típicos de Málaga. Los peones eran cenacheros y cenacheras, las torres réplicas de la Farola, los alfiles, de la Manquita; las reinas mujeres vestidas de flamenca y los reyes hombres vestidos de verdiales. 

 

Con el cronómetro en contra, esperando ganar la partida a la enfermedad, entusiasmado, te convertiste en maestro de ajedrez de tu nieta.

 

María José Aguayo 
 


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