Entradas

Imagen
¿PARA CUÁNDO LA TORMENTA?   Nunca ha prendido un fuego. Ha llegado la hora de hacerlo. María, como el resto de sus vecinos, vive inmersa en certezas vitales. Sin embargo, observa cada día, cómo estas desaparecen, ocultas tras el pesado telón de terciopelo del taró, esa bruma espesa del verano que impide la visibilidad por la diferencia de temperatura entre el mar y el aire. Capaz de ocultarlo. Saben que está ahí, pero no pueden verlo.    Una y otra vez les dan la espalda. Simplemente, no las ven. Es la invisibilidad de lo que se da por hecho. Y así, van siendo devoradas por dentelladas de hastío y apatía, hasta naufragar en el olvido.          Una certeza contundente, casi una sentencia ancestral es, que la naturaleza es sabia. María y sus vecinos están conectados a ella. Componen una misma sinfonía. Repiten formas y patrones:  Las lágrimas cuelgan de las pestañas como las gotas de rocío de las hojas de palma,  l...
Imagen
CUANDO MENOS TE LO ESPERAS   Cada vez que entro al salón, lo busco con la mirada. Reposa en el vientre de un cuenco hecho a mano, elaborado con fragmentos de cáscara de nácar, procedente de Bali.  No sé si debo contar esto, pero he tenido una relación con una mujer y, fruto de ella, sin apenas conocernos, tuvimos un huevo, un huevo de madera. Ambas somos mujeres de edad madura.          Ella lo trajo a su nido desde Armenia. Le gusta viajar. Con el tiempo, olvidó dónde lo guardó. Entremedias vivió una mudanza. En enero, se sumó al taller de escritura al que yo asistía desde octubre. Cuando escuchó la lectura de mi ejercicio de navidad, supo que tenía que encontrarlo.           He comprobado que a ella —como me dijo—, se le da bien hacer el regalo adecuado a la persona precisa, aunque esta acabe de cruzarse en su camino. Fui afortunada. Conmigo, se presentó la oportunidad y no la dejó...
Imagen
PEREJIL La pizarra de la cocina siempre está llena. Una lista que nunca termina, solo se reinicia. Su disposición es un galimatías carente de pauta. Un enredo de líneas rectas, curvas, quebradas. En ella se mezclan básicamente alimentos con productos de limpieza. Siempre los mismos. La caligrafía legible de unos se enmaraña con la ilegible de otros.          Elena le hace fotos con el móvil sin mirar demasiado. Sabe que omitirá algo incluso antes de salir a comprar. Olvidará borrarlas, como olvida descargarse a sí misma, hasta que algo —en ella o en el móvil— alerte de que pronto no cabrá nada más.           La pintura oscura está invadida de cicatrices color madera clara, como un rostro erosionado por marcas de viruela. Como si todo —también ella—, llevara años desvaneciéndose un poco cada día. No recuerda el tiempo que han estado usando los mismos restos desgastados de tiza. Las nuevas se qu...
Imagen
CON OTRA MIRADA Ahí viene. Me gusta verla llegar. La puedo ver de frente. Casi siempre la veo de espaldas.       Hoy se ha cambiado. Ha dejado el pijama y se ha puesto ropa cómoda de andar por casa. Esos pantalones a media pierna, color arena, recogidos con un pequeño lazo de ajuste a cada lado y otro para ceñir la cintura. En el interior de los bolsillos de parche, con abertura lateral, lleva más de un pañuelo de papel para secarse los ojos acuosos por los bostezos de la mañana, y para sofocar los estornudos de la alergia. Por arriba, camiseta de algodón de tirantes. Sin sujetador. Elige la comodidad y la libertad en el hogar. Acude a mi encuentro. Contemplo cómo desplaza la cesta de mimbre blanca, cogiéndola por el asa, con cuidado de no tronchar la lengua de fuego de la maceta que la contiene. Hace hueco para no tener que pasar por encima de la hilera de plantas, ni rodear por la puerta lateral de la entrada.          D...
Imagen
  TODO LO QUE OÍ   La primera cisterna de la mañana. Las persianas recogiéndose. El quejido de la manivela de la sombrilla al desperezarse en la terraza. El chancleteo descendente hacia la cocina. El ¡clac! de desconexión de la tostadora cuando asomó el pan. La puerta corredera de la despensa patinando por el riel. Los comprimidos de suplemento apelotonados por la inclinación del bote de plástico. El gemido del toldo al izarlo. La conversación matutina de los pájaros. Los ladridos agudos del perro vecino. La llamada del teléfono fijo; una voz de hombre desconocida al otro lado. El tono de espera de la llamada al móvil. Las notificaciones auditivas en el grupo de familia por un nuevo cumpleaños. El agua rebotando en el fregadero arrastrando del plato los restos de aceite, azúcar y migas de pan. El motor del robot de cocina mezclando los ingredientes del gazpacho. El indicador de encendido de la placa de inducción. El agua hirviendo para cocer dos huevos. La señal de terminación...
Imagen
DIAPOSITIVA   Siento la soledad aplastante de la tarde de domingo, plomiza y lenta.  Como la gota de agua del grifo viejo que, desganada, se hace de rogar con su tedioso goteo. Tendida en el sofá de plumas. Desmadejado. Sin mullir, después del uso de todo el fin de semana. Apelmazado como mi ánimo. Después del atracón del breve encuentro. La familia reunida en torno a la mesa, engalanada de forma ligera y fresca para restar grados a un junio que comienza vehemente. Dando cuenta de copiosas comidas, jaspeadas de conversaciones alegres y alborotadas. Después del bullicio, los abrazos por la separación se confunden con los de llegada, en tan corto espacio de tiempo. Vago por la casa a cámara lenta. Hago una parada en la cocina. Busco consuelo rápido en la nevera, un par de onzas de chocolate con almendras. Vuelvo al deslucido sofá, tan arrugada como él. Con restos de chocolate aún en la boca, regreso a la cocina. Abro el armario de la merienda y pillo una galletita manchega ...
Imagen
  UNA MAÑANA DE SÁBADO DE PRIMAVERA, EN EL INTERIOR DE MI MENTE RELATORA   Soy de plantas, no de mascotas, pero de niña tuve gusanos de seda. También los tuvieron mis hijos. No hay mejor libro de texto que observar el ciclo de la metamorfosis de las orugas en vivo y en directo. Aunque, a mí, siempre me repugnaron tanto los gusanos como el olor desagradable que se desplegaba al levantar la tapa de la caja de cartón de zapatos usados, perforada como un queso gruyer, con un lápiz de colegio. No tengo que hacer un esfuerzo para recordar la mezcla del olor acre de los zapatos usados, untados de betún durante años, con el olor dulce y fresco de las hojas de morera y el concentrado tufo terroso, húmedo y ácido de los gusanos y sus excrementos.             Recuerdo el episodio años después, cuando al regresar del colegio donde enseñaba a mi alumnado con una secuencia de imágenes impresas en tarjetas de cartón las etapas de es...