
LA HERENCIA. Antes de ir a acostarse, Amelia desliza la yema del índice por la pantalla del móvil, a estas horas, con huellas oleosas de maquillaje. El poco frecuentado grupo de hermanos, tres hombres y ella, se ha activado. Frente al desorden acumulado de días en su escritorio, espera para leer el texto. Fernando, el tercero de los cuatro está escribiendo, parece largo. El mismo día, por la mañana Enrique, el segundo, insufla alegría y vida en el grupo de WhatsApp de toda la familia, con el comunicado del esperanzador resultado tras un proceso médico largo. Por la tarde, Amelia, compartió con ellos, un vídeo sobre el amor entre hermanos. Fernando, muy intuitivo empatizaría con su emoción. Sensible y comprensivo, estaba respondiendo. Ya ha parado. Lo lee. Bajo la pantalla, una confesión expresa de cariño le hace contener la respiración emocionada. Cada palabra que ha usado está cargada de sentimiento. Es tan inusual este tipo de desnudo emo...