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Mostrando entradas de julio, 2024
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ÓLEO SOBRE TELA (Huile sur toile) Pegada al ventilador sujeto las hojas del libro que leo. Marco lo leído con un señalador que te regalé del museo Pablo Picasso de Málaga, el cuadro  Maternité . Una joven madre dando el pecho a su hijo. Por detrás una fecha y una dedicatoria:                                                                                                      15/06/2004                                                                                                 Para mamá                                                Un beso                                                                                                Mª José   Cuando acabo de leer el renglón y vuelvo para continuar al margen izquierdo, mi mirada se sale del libro, se detiene en la mano que lo sostiene. La piel dorada, brillante y tersa de la muñeca rotada continúa suave y delgada, se vuelve venosa hacia el dorso y pienso: “como las manos de mi madre”.    Me levanto y cojo el cuaderno. Siento el impu
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BODAS DE CORAL No siempre sois del todo duros, no siempre sois del todo blandos. Aunque con apariencia de un solo organismo, de manera colonial, dos individuos divergentes, cinceláis vuestro arrecife. Transitáis momentos dóciles vistiendo esqueletos flexibles. Discurrís instantes duros ocultos tras la incomprensión de vuestros esqueletos calcáreos. En ocasiones os mostráis sin esqueleto, blandos como esponjas. La conexión porosa, a veces, se torna impenetrable, compacta. La respuesta al contacto en unos casos es urticante, en cuantiosos, balsámica. Cuando hacéis coincidir los puntos de vuestras figuras sois radicalmente simétricos. De vez en cuando, vuestros puntos se oponen, no coinciden, no se pliegan. Protegéis vuestro organismo luchando contra los elementos. Vuestras extensiones han ido creciendo de forma considerable. Para no ser enterrados a destiempo, melodiosos, os mecéis con ritmo sencillo y pausado, alternantes entre henchidos y vaciados. En vuestro atolón anillado, sin alian
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SOLO TRES COSAS La lista es corta. Solo vas por tres cosas. No tardarás. Lo que quepa en la bolsa de tela que llevas en el bolso para reducir el uso de plásticos.   En el hipermercado, con la cesta de ruedas para poca compra, caminas hacia los refrigeradores del fondo, buscas los champiñones laminados. Después irás por la pasta para preparar ensaladas frescas:                   Tiburón                   Pajaritas con vegetales                   Hélices multivegetales   En la calle de las salsas cogerás:                   Crema al vinagre balsámico de Módena                   Mostaza a la miel   Varios:                   Nata para cocinar                   Canónigos                   Queso en dados   Y te irás.   En tu rutinario recorrido, te descentras. La mirada se te desvía hacia una isla de artículos, la que limita al sur con los frutos secos en sus diferentes clases y empaquetados, al este con los productos que prometen hacerte sentir bien, los dietéticos, al oeste con las azufrada
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ASFIXIANTE BELLEZA Por la mañana, el móvil suspendido se acuna despacio, apenas suena. Con la caída del sol se reanima. Su tintineante son de campanillas convoca a la tristeza de los ángeles. Cortacéspedes broncos alisan las tupidas alfombras verdes, incesantes chicharras les vitorean. El jardín desahuciado preserva el nimio frescor del riego nocturno. El tórrido bochorno lo engulle con grandes sorbos de borracho. Ineludibles toldos, sombrillas, estores nublan espacios ardientes. El ornamento cambiado, el nuevo orden del color, de los objetos, invitan a abandonarse al solaz veraniego. En la solana, los molinillos giran sosegados. Recargan. Al atardecer, rolando briosos alientan a los habitantes de la casa a salir de sus sombreados escondrijos, a respirar aliviados el espejismo de aires más frescos. Este grito agónico de ritmo lento y repetitivo, esta no historia sincopada, está compuesta con las sílabas sostenidas y el vibrato de unas cuerdas de guitarra  de un blues de fondo. María Jo
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FLOR DE TIARÉ   En medio de una noche cuajada de estrellas, un arranque de ira empuja al tiránico y cruento dios Oro a abandonar a su mujer y hacer una escapada a la Tierra.              Persigue embriagado, un aroma combinado de frutos rojos, flor de naranjo y jazmín blanco. Emana de una humilde choza de bambú. Cauteloso, accede al interior por su puerta entreabierta.              Tendida boca abajo, desnuda, sobre un lecho a ras de suelo cubierto de lino blanco, encuentra a una bella nativa sumida en un profundo sueño, con respiración acompasada y serena. Su cuerpo sensual, de atezada piel, muestra los restos blancos de sal aferrados a su fino vello.             En su sedoso cabello negro, largo hasta la cintura, que cae sobre su cara ocultando sus hermosas facciones, tiene prendida una flor de tiaré que en la penumbra de la estancia brilla como el reflejo de la luna en el agua.             Su pareo húmedo cubre ondeante el vano de la ventana por donde se cuela suave, la mágica brisa
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HERMANOS Antes de que los humanos okupemos la playa, las voraces gaviotas bailan sobre sus arenas, estampando sus tres dedos en la cálida alfombra granulada. Quizás un Cha cha cha, por lo próximo de sus pisadas. Racheados pasos de hermanos, buhoneros del continente cercano, los borran con sus pesadas cargas a los hombros, durante el fatigado ir y venir de sus pies cansados. María José Aguayo
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EL IMPERIO DE LAS FLORES Cuando accedieron al gobierno las seis ilustres ancianas: Jahzara, Emma, Aiko, Sofía, Aarani y Episteme, la Tierra estaba malherida. Su sagrada misión, sanarla. Enseñaron a cultivar con esmero las exclusivas flores en sus lejanos continentes. Mimaron a sus mujeres como a su flora. Avivaron su unión, conscientes de que su poder transformador era el remedio para preservar la vida en la Tierra.    María José Aguayo
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ALELUYA Con suaves acordes acariciando tus cascos, corres por las húmedas aceras. La mañana de abril está abriendo. Deshilachadas nubes, como borras de goma en la mesa de un colegio, se apartan en el cielo. Despejan el camino al sol para que derrame su brillo, sobre el azahar de los naranjos y el verdor de los parques. Haces de luz revelan motas invisibles de polen en el aire. Acompasada, respiras primavera.  María José Aguayo
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ARCHIVO NO EDITABLE   Esperas a que uno de los dos cubículos quede libre. Entiendes lo que se cuece dentro. A sus ocupantes les llevará un rato. Cuando te llegue el turno sabes que también tardarás. Antes de entrar ya estás sudando, y eso que el verano, por ahora, está sosegado. La dueña actúa rápida al verte con la cara brillante agitando rápido el abanico, pulsa el botón de encendido del aire acondicionado, aunque permanece abierta la puerta de la pequeña tienda.    Ya estás dentro. Tras la gruesa cortina de terciopelo color buganvilla, 90 x 90 centímetros aproximados —más menos que más—, resultan escasos para realizar demasiados movimientos con los brazos, encorvarte, redondearte, estirarte, agacharte y levantarte un montón de veces casi como en una de tus sesiones de pilates.             Sobre un colorido taburete de patas blancas tapizado con estampaciones de cachemir y flores, te espera una montonera enmarañada de conjuntos de dos piezas, a pesar de eliminar posibilidades —sabes
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INTIMIDADES VULGARES Estás segura de que entre las personas que te leen las hay que les pasa lo mismo. El aumento del tamaño del bulto de la pequeña bolsa —en tu caso usas una que te dio tu amiga Pilar de perfume de Salvatore Ferragamo con la que sustituiste a la anterior reventada por el uso continuado durante años— que no falta cuando salís de casa a pasar días fuera, es directamente proporcional a los años que vais cumpliendo. El hecho de insistir obstinadamente en utilizar una pequeña tal vez sea disimular que tampoco necesitáis tantos remedios. El que no se consuela es porque no quiere, pero los años van pasando y el bulto de la bolsita aumentando. De una vez para la siguiente van quedando en el fondo variados restos sueltos recortados, de contenido y caducidades difíciles de catalogar. Una extraña miscelánea. Una pequeña botica ambulante. Unos en sus cajas. Otros en blísteres sueltos, algunos cortados con agudos picos punzantes que, en tan estrecho espacio, se clavan como aguijon
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AMARRANDO PALABRAS. Sábado 6 de julio, un intenso viento de poniente brama. Te empuja de la cama con su percusión. Hace rato que exasperada, disfrazas que escuchas el cimbreo de persianas, el traqueteo de estores y cadenas que los enrollan brincando contra los cristales y aluminio de las ventanas. El festival de colores de las plantas que engalanan los jardines, terrazas y balcones: largas y ondeantes hojas verdes de plataneros, buganvillas, adelfas, esbeltas palmeras, ficus, pintorescas y diminutas lantanas, jóvenes cipreses, macizos de hibiscos, olorosa lavanda, boca de dragón, clivias, tagetes, geranios, verbenas, surfinas, dalias, trepadoras Don Diego de día… se agitan sincronizadas en una contemporánea danza. En la avenida de la noria de agua, se despliegan las barbas de las mimosas, firmando enredosas alianzas. Se cuela por las azoteas y desciende por las fachadas pegándose a las velas de las terrazas fondeadas que cabecean con los toldos hinchados por barlovento y sotavento como
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  DERMATILOMANÍA   —La sábana se ha manchado de sangre de la cara por tu lado —te dice tu marido al salir de hacer la cama de vuestro dormitorio del apartamento de vacaciones.   Alégrate.  Ayer llegaste a tu ansiado destino de verano. Su antiguo y erguido torreón vigía para el avistamiento de piratas y contrabandistas te esperaba. La vivienda está situada en la falda de la cumbre de tu nuevo escenario, donde si regresas andando de hacer un recado, el desnivel hace que tu cuerpo se venza buscando la diagonal. Según subes gradualmente te pinchan las pantorrillas y tu pecho se expande para dejar que los pulmones se inflen y se desinflen más rápido antes de comenzar a jadear. Al volver la última esquina, te espera otra pendiente larga más amable.   Después de la noche inicial, prepárate para la primera jornada de playa. Coloca tu pijama bajo la almohada y ponte el bikini azul azafata. No te compliques. Cualquier color que escojas dejará en evidencia tu blancura lechosa. Levanta un poco el